*Spoiler alert*

Muy pocas películas en mi vida adulta han despertado el deseo de verlas más de una vez, como solía hacerlo con las películas que me gustaban cuando era niña. Cuando vi por primera vez K-Pop Demon Hunters, estaba siguiendo la recomendación de mi sobrina de 11 años, y jamás esperé todo lo que sentí al verla.
La escena era, un domingo por la noche: mi sobrina atenta viendo cada una de mis reacciones (ella sabía que me estaba presentando una gran película, pues ya la había visto) y yo, su tía treintañera, llorando con un profundo sentimiento. Al sol de hoy he visto K-Pop Demon Hunters más de 5 veces, y debo confesar que cada vez que la veo se me va la tarde pensando en significados y preguntas diferentes derivados de esta obra maestra.
La película empieza plasmando a Rumi, Mira y Zoey como heroínas y miembros del grupo Huntrix, la girl-band de K-Pop más popular. Ellas son herederas de una tradición milenaria de cazadoras que ‘resguarda’ a la raza humana de los “demonios” quienes buscan robarles el alma. La manera en que logran mantener a los demonios alejados es por medio de una barrera llamada “Honmoon” que se crea al unir las almas humanas por medio de la música.
Recuerdo que mi muy querido terapeuta alguna vez hizo un comentario sobre el deseo de conservar aquellos vínculos “que tienen alma”, y fue una frase que me cuesta todavía asimilar. Dentro y fuera de mi educación religiosa, creo que todos tenemos alma. Y claro que puedo ver cómo algunos actos nos alejan de sentir el alma, pero creo profundamente en que, por más que nuestros actos llegaran a atormentar nuestra alma, no podemos perderla por completo. Siempre es parte de nosotros.
Entonces, el mantra ancestral de las cazadoras es:
We are hunters, voices strong
Slaying demons with our song
Fix the world and make it right
When darkness finally meets the light
Somos cazadoras, voces fuertes
Aniquilando demonios con nuestra canción
Arreglamos el mundo y lo hacemos correcto
Cuando la oscuridad finalmente se encuentra con la luz
La historia se desarrolla al rededor de la realidad de Rumi, la líder del grupo. Su madre fue una cazadora que formó parte del trio “The Sunlight Sisters”, antecesor de Huntrix. El padre de Rumi, por otra parte, era un demonio al que jamás se le nombra en la película. Cuando Rumi era una niña queda al cuidado de Celine otra miembro de the Sunlight Sisters, tras la muerte de su madre. Celine pronto entendió que Rumi era parte demonio, y a pesar de que pensaba que Rumi era un error de su madre al haberse enamorado de un demonio, la cuido desde pequeña pues lo había prometido. Celine le enseñó a esconder sus rasgos demoniacos, a mentir para encajar y a cumplir el rol de cazadora tal cual lo había hecho su madre, sin detenerse a reparar en que Rumi era diferente.
De tal manera que Rumi logró crecer y desarrollar su carrera como cantante principal de Huntrix, grupo que después de tantos años de ancestros cantando y cuidando el Honmoon por fin lograría convertirlo en una barrera permanente, una protección definitiva color dorado, que los demonios jamás podrían cruzar. Celine le explicó a Rumi que si lograban convertir el escudo Honmoon en esta barrera dorada, sus rasgos demoniacos desaparecerían para siempre.
Y justo en este momento de la historia de Huntrix es que sucede la película. Rumi conoce a Jinu, un joven demonio que convenció a Gwi-Ma (rey del inframundo) de que combatieran a las cazadoras creando una boy-band llamada “Saja Boys” que robaría los fans de Huntrix y así lograría debilitarlas para que no pudieran cambiar el Honmoon.
Jinu reconoce los rasgos demoniacos de Rumi, y de inmediato se acerca a ella pero lejos de buscar aniquilarla en combate, se acerca a ella con curiosidad. Y lo bello es que son esos rasgos demoniacos que Jinu reconoce en Rumi lo que lo hace acercarse, de no haberlos visto hubieran sido siempre enemigos.
Rumi sigue tratando de exterminar a Jinu en el primer encuentro que le concede a solas. Ella no ve en un principio los rasgos como algo en común, los ve con desprecio pues siempre le enseñaron que al igual que los demonios, sus rasgos debían ser eliminados.
La historia avanza y Rumi conoce mejor a Jinu, él le cuenta su historia, el error que cometió en su vida por el que se convierte en demonio. Rumi se da cuenta que Jinu fue solo humano y logra ver a través de su apariencia demoniaca lo que lo atormenta. Juntos discuten un plan para convertir el Honmoon en una barrera permanente y salvar a Jinu, y cantan juntos un rolon de K-Pop que se llama ‘Free’:
You got a dark side, guess you’re not the only one
What if we both tried fighting what we’re running from?
We can’t fix it if we never face it…
…We could be free, free
We can’t fix it if we never face it
Let the past be the past ‘til it’s weightless
Tienes un lado oscuro, creo que no eres el único
Que tal si ambos tratamos de luchar contra aquello de lo que venimos huyendo
No podemos arreglarlo, si nunca le damos la cara…
…Podríamos ser libres, libres
No podemos arreglarlo si no le damos la cara
Deja que el pasado sea pasado hasta que ya no pese
Aquí quisiera retomar la parte del mantra que dice: “Cuando la oscuridad finalmente se encuentra con la luz” y es que Rumi al ser hija de una cazadora y un demonio, representa justamente eso. Pero también me trae a la mente todas esas cosas que no decimos, traumas que no trabajamos, cuanta oscuridad que no nombramos, que nunca ve la luz. “No podemos arreglarlo, si nunca le damos la cara” ahora parece que los personajes logran entenderlo en esta canción.
Jinu descubre que aún siendo demonio, pudo recuperar su alma. Y bueno, el final de la película es lo único que no voy a spoilear. Lo bello que me llevo de todo esto es que Rumi aprendió a reconocerse en Jinu y aceptarse le resultó más fácil cuando entendió que aquellos demonios que se habían entregado al rey del inframundo fueron humanos. Y Jinu solo pudo entenderse de otra manera que no fuera solo como un “demonio” hasta que vió en Rumi reflejadas sus mismas marcas.
“Que pueda entender porque te comportas de cierta forma, no quiere decir que voy a tolerar tus estupideces”. Leí esta frase en una imagen de Instagram, y tiene razón, creo de corazón que hay que aprender a establecer límites y cuidarse de aquellos vínculos y dinámicas que desconectan el corazón del alma. Aquellas miradas que solo nos frustran y nos llevan al tipo de conductas que nos tienen a muchos viviendo como robots. Creo en el deseo de cuidar, sostener y preservar la vida y a veces eso nos lleva a alejarnos de algunas personas.
“¿Porque nunca me aceptaste como soy?” pregunta Rumi a Celine cuando sus marcas salen a la luz y sus amigas se dan cuenta que es parte demonio. Hasta el último diálogo de Celine, ella intenta que Rumi elija el camino de eliminar esa parte de ella.
Pero en ese punto, Rumi entendía que esas marcas se hacían a partir del dolor, del horror y de cualquier otro sentimiento humano que hubiera llevado a su padre a entregarse al rey del inframundo. Y entonces se convence de que crear el Honmoon dorado implica eliminar todo eso, y ella ya no quiere hacerlo.
Tendría que haber otra forma. Y no porque desee que los demonios siguieran robando almas para llevarlas al inframundo, sino porque el escudo tendría que ser algo mucho más complejo, con muchos más matices que solo un dorado perfecto. Tendría que ser un escudo vivo que permitiera conversar y salir a quienes puedan encontrar su alma perdida, como lo hizo Jinu, pero que también proteja a quienes no han caído rendidos al inframundo. Un escudo que cuide y ahorre del sufrimiento a cuantos sea posible, pero que se mantenga sensible y abierto a reintegrar a quien este listo para recuperar su camino. Un escudo que entienda y proteja la alegría, sin cerrar las puertas al respeto del dolor como parte de la vida humana, que si bien separe cuando sea necesario, no cierre permanentemente la puerta a quien busca el camino de vuelta. Un escudo que nos cuide, pero que también permita a quien lo necesita saberse acompañado al transitar la penumbra.
Es una película hermosa porque lejos de un triunfo del bien sobre el mal, nos refleja lo compleja que es la realidad humana. Nos permite ver cómo uno se encuentra en el reflejo del otro. Nos permite entender que uno puede aceptar sus rasgos y heridas, como Rumi aceptó su parte demonio, pero que eso no define la manera en la que podemos vivir.
Risas, lágrimas y reflexión. Me siento feliz de que sea una de las pelis favoritas de mi sobrina. Fe absoluta en las generaciones futuras al saber que ha sido la película más vista en la historia de Netflix.
Con amor,
Jess.